domingo, enero 21, 2007

Stevens Pass 18/Nov/2006 (sábado)

Después de tanto tiempo, me he propuesto actualizar de nuevo el blog. Muchas cosas os sonarán porque ya os las he contado en persona. Lo bueno es que ahora podréis ver algunas fotos.

A mediados de Octubre fuimos a pasar el sábado a la estación de esquí de Steven Pass que está a poco más de una hora de Seattle. Yo no había esquiado en mi vida y tiene narices que haya aprendido en USA.

Alquilamos el equipo y compramos el pase para usar los remontes. ¿Profesores? Por favor, somos españoles y los españoles aprendemos a ostias. Dicho y hecho. Había una pequeña cuesta por la que nos tirábamos los novatos. Al lado, una soga que nos subía de nuevo ese pequeño tramo de cuesta. El proceso de aprendizaje es realmente sencillo. Es la técnica de: coger al niño, montarle en una bicicleta y tirarle cuesta abajo; el instinto de supervivencia hace el resto. La naturaleza es muy sabia y lucha por mantener la verticalidad, pues sabe que así no hay dolor, pero la gravedad es implacable. Hay una barrera psicológica. Cuando llevas más de 2 horas dándote leches, te preguntas: ¿he sido tan imbécil de pagar por estar más de dos horas dándome leches?

Mis compañeros se fueron a tomar un café, mientras yo, que soy muy cabezón insistía. El tema es el agotamiento. El estar impulsándote con los "palillos" es agotador, cuando te caes y te quedas como una cucaracha boca arriba cuesta mucho levantarte. Hubo un momento que casi me mareé del cansancio.

Por fin, llegaron los que se habían comprometido a enseñarnos. Como estaba yo sólo, consiguieron convencerme a que subiera una de las pistas verdes. A mi no me convencía esa teoría de que buscando más pendiente aprendería mejor. A mi esa teoría me inducía a pensar a que la leche sería más gorda. Finalmente subí. Cuando empecé a ver que eso subía y subía y veía la pista y pensaba... ésto es una pista verde!?

Me tiré desde arriba me caí nada más bajar del telesilla (tuvieron que pararlo). Me caí algo así como unas 6 veces, pero notaba que ya mantenía la verticalidad. Otra cosa era el control direccional. Cuando llegué abajo, me sentía que había esquiado.

Después animé a Luis y a Pilar a hacer lo mismo que había hecho yo. Luis notó como yo la rápida mejoría. Habíamos hecho más en 10 minutos que en dos horas por una cuestecilla suave. Pilar no ha vuelto a bajar una pista desde ese momento (no se adaptó a eso de esquiar).

A partir de ahí, subir y bajar consecutivamente, y siempre varias leches en la bajada (sin olvidar la tradicional caída del telesilla). Ya al final, cuando quedaba poco más de una hora para irnos, ocurrió un gran hito: conseguí bajar del telesilla sin la oportuna caída. Se bajaron los del telesilla y todo a aplaudirme.

Finalmente ya tenía algo de control direccional, bajaba rápido, en una mezcla de paralelo y cuña. Fue por tanto al final, muy al final de la tarde cuando pude disfrutar del esquí.

El paisaje... muy chulo. Por estraño que parezca, nos hizo buen tiempo. Además casi no hubo gente y la nieve era cojonudo. Fue sin duda un día perfecto para aprender a esquiar.

Os dejo "las pruebas".
Fotos
Web de Stevens Pass

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